La democracia no es el mejor sistema de gobierno, sino el menos malo. Pero hay que hablar de gobierno, y hay que hablar del mejor.
La sociedad quiere un beneficio para todos y cada uno de sus individuos. Una isla de unas 500 familias es una comunidad reducida, pero hasta dos personas pueden enervarse por la hora a la que se desayuna. Aunque un gobierno corrija los puntos que hoy criticamos, mañana serán otros, y pasado igual. Somos seres inconformistas, nunca somos felices con lo que tenemos, rebosamos egoísmo. Pero para poner en orden del día un modelo político óptimo a mi juicio, el bienestar social vendría marcado por el siguiente resumen de mi Constitución:
Mantengo la idea de una elección democrática cada 4 años a un líder de un partido (de 5 personas) que represente hasta el último de los intereses de los ciudadanos. Una elección proporcional donde se sumarán los votos de cada uno. Sin Senado, sin Jefe de Estado… ¿Total? Las leyes ejecutadas por los ministros con una potestad del 50% compartida a referéndum con el pueblo.
Una política económica descentralizada, convivencia entre empresa pública y privada. Hay que dar oportunidad a emprendedores, a creativos y gente con ideas para crear un negocio que genere empleo. Una empresa privada que abarque y comercie con todo lo moralmente posible, pero controlada por el Estado para que el más rico no conduzca un Porche Cayenne, y el más pobre llegue a fin de mes.
La sanidad, la educación y la nutrición son derechos. El ciudadano recibe ese servicio y no ese producto. No se compra, no se vende, no se recorta. La enseñanza partirá de las bases creativas. Se enseñará desde un método como que un clip tiene más usos del que se le suele dar. Se enseñará que quién más produce para la comunidad, a proporción, le corresponderá más de ella.
El sistema judicial comprenderá unas penas que no entiendan de centros penitenciarios, sino de trabajadores sociales y psicólogos y psiquiatras que se encarguen de sensibilizar y persuadir al delincuente o criminal para su posterior arrepentimiento y perdón.
Hay que defenderse. Las fuerzas armadas intervendrán en el extranjero en caso de que se violen los derechos humanos o sean voluntarios para colaborar en campañas humanitarias.
La ciudadanía será libre de casarse con quien quiera, evitando animales o plantas, en ese caso intervendrían los psiquiatras. Un aborto posible por unos sujetos concienciados con una educación sólida. Sin pena de muerte, y sin pena por dejar morir a aquellos que aunque su corazón vive, su cerebro no.
A grandes rasgos, esto es, bajo mi punto de vista, un modelo político que satisface los intereses más comunes. Nunca el de todos, ni siquiera el de dos personas escogidas al azar. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Hemos despertado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario