Son diversas las opiniones que se recrean tras escuchar al arte. Es arte, y, por tanto, es tan interpretable como que cada uno tendrá una versión siempre distinta. Es arte el hecho de que te digan cómo te comportas, cómo te muestras ante los demás, qué ocultas, por qué sonríes o por qué levantas la voz.
Es digno de admirar la música que te dice que antes de persona, eres salvaje, eres un ser humano. Te recuerdan que no sueles decir lo que piensas, que te han educado bajo un modelo basado en el civismo y han sabido controlar tus pasiones para favorecer la convivencia. Pero por mucho que exterioricemos un “por favor” y un “gracias”, siempre viviremos bajo el mandato de los sentimientos que nos impulsarán a dar un tortazo, agraciado y educadamente, a quien, a nuestro juicio, consideremos merecido.
Colaboro en un programa de Inforadio (Radio Complutense), y me dedico a la música. Hoy, 14 de noviembre de 2011, he comentado algo tan natural en compañía de los mejores temas de Los de Marras, un grupo de punk-rock español caracterizado por exaltar esas mismas pasiones que adueñan nuestra mente y nuestro cuerpo en uno de los siete artes del que todos hemos oído hablar.
“Sexo en la calle, o en cualquier jardín. Quiero que sepan cómo estoy por ti. Vicios prohibidos en cualquier rincón. Orgasmos salvajes, follando a piñón.” ¿Es esto obsceno?, puede. Pero, “la gente que nos mira, que nos grita y nos critica. En el fondo, lo que pasa es que se mueren de envidia.”
El disfraz está bien visto en Halloween y Carnaval. ¿De verdad? Entonces quitaos la ridícula careta que lleva tatuada vuestro alma.
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