Perfil
Hace ocho años que dejó colgado el blanco estereotipo de clínico serio y temeroso, y desde entonces, a las consultas prefiere llevar un pijama sanitario azul con muñecos de Disney con el que los niños llevan mejor sus visitas. Raúl Guzmán estudió osteopatía en Madrid, dos formaciones completas de esta rama y se especializó en osteopatía craneal y homeopatía, así como realización e impartición de cursos en este campo y otros más conocidos como la técnica china de la acupuntura. Una vocación que nació con el altruismo de curar el cuerpo con unas manos de dieciséis años. Desde la adolescencia compaginaba sus estudios con el trabajo, masajes en una peluquería o en el gimnasio de barrio, sus prácticas. Desde entonces nunca ha dejado de estudiar. Hoy tiene 41 años, y hace tres que abrió la clínica VASS, con 24 profesionales del ámbito de la osteopatía y la fisioterapia, entre otras.
Sus frutos de duro trabajo para
lograr la completa armonía entre músculos, tendones, huesos y nervios han
devenido en la escritura de varios libros escritos por él, donde plasma
técnicas pioneras en esta rama con partes adaptadas al público en general, y
otras páginas dirigidas a otros profesionales para leer entre líneas. Su última
publicación, editada en 2011, se titula “El cólico del lactante”. 88 páginas
dedicadas a los problemas que pueden sufrir los bebés y cómo los padres pueden
ser osteópatas en casa mediante técnicas básicas que Raúl explica. Para esta labor,
observa qué habilidades tienen los padres para que puedan trabajar con sus
hijos, comenta el autor del libro y padre de César, que acaba de cumplir 3
meses. Varios años estudiando a los más pequeños, y ahora tiene uno en brazos,
un auténtico regalo.
Como proyecto de futuro, Raúl
aboga por un sistema de cooperación y organización entre el conjunto de
profesionales que sacan adelante una clínica del barrio de Las Tablas y, sobre
todo, pretende realizar la utopía de que nunca haya alguna circunstancia que no
sean capaces de tratar ellos mismos. Y siempre quedará un porvenir de
indagación, estudio y lectura de otros profesionales internacionales que una vez
que empieza, no acaba nunca. Siempre está aprendiendo nuevos conocimientos
cuando no está trabajando o en su tiempo de ocio, algo que recalca y asegura.
Raúl Guzmán rompe con la idea
preconcebida que puede suscitar todo pionero en cualquier rama científica. Le
gustan los deportes: es un aficionado al pádel, siempre que su trabajo lo permite,
echa algún partido con sus amigos. Y todos los días sale a correr. Hace tiempo
que se cortó la coleta de rockero, un tiempo en que acudía con más frecuencia a
conciertos de rock y heavy metal como los del grupo Iron Maiden. También tiene
un pasado motero, y le perdura todavía esa conexión con el mundo del motor en
general, cuando hasta hace muy poco conducía un Porche Carrera. Un pasado y un
presente que escriben el futuro de Raúl con una vitalidad inmejorable y unos
días que, aunque necesiten cinco horas más, exprimirá cada segundo para seguir
con sus estudios, sus libros, el deporte, y la emoción de compartir a uno más
en la familia.