sábado, 7 de abril de 2012

Hermitage

Es un cuadrado negro sobre un fondo blanco. De los que vi, nadie se lo quedó mirando más de cuatro segundos, y desde luego, la incomprensión fue acompañada de una risa burlesca. Yo también me reí. Es un cuadrado negro sobre un fondo blanco.

Kazimir Malévich lo pintó por algo, pero solo sacó un humor forzado. Se podría decir que el significado fue más que connotativo, y la denotación se quedó en un segundo plano. El cartel referenciaba un cero absoluto, el suprematismo, surrealismo, formas geométricas que dicen algo, pero que nadie comprende. Se interpreta, se falla, se ríe, ¿comedia?, ¡desinterés!, por un cuadrado negro sobre un fondo blanco.

Subió la tasa de analfabetismo, se abandonaron las avant-gardes, y se volvió al realismo. Se acabaron las formas de decir nada, salvo elitista para la mente avanzada. La Rusia de lo sencillo pintaba a todo color, o sin él, el cambio, la revolución. O, al menos, eso me dijo el cartel, la escritura pensativa. Un cuadrado negro sobre un fondo blanco.


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