Volcán submarino de La Restinga. blog.casa-balcones.com |
La cúspide del volcán sumergido alcanzó una profundidad de 89 metros
Nuevas bacterias han conseguido superar las adversidades
y poblar la zona deshabitada
Han pasado diez meses desde que se diera por finalizada la actividad
del volcán de La Restinga. El pasado 5 de marzo de 2011 se hizo oficial el fin
de la erupción y, a los pocos días, los residentes de esa localidad pesquera
volvían a sus casas. Comenzaron los primeros seísmos en el verano, y todo
apuntaba a ese aviso que dan los volcanes, más aun cuando se da en una de las
siete islas canarias, y el historial de las mismas no dejó sorprendido a nadie.
Pasada la fecha, el volcán y la isla dejan de estar en el punto de mira del
interés social, sin saber las consecuencias de este fenómeno y lo que hoy día
sigue sucediendo.
El Instituto Español de Oceanografía (IEO) ha estudiado desde entonces
la alteración de la zona a nivel geográfico: la creación de una nueva masa de
tierra en el interior de lo que paradójicamente se conoce como el Mar de las
Calmas, llamado así por sus aguas tranquilas, cubiertas por el noreste de los
vientos alisios y a resguardo de las corrientes marinas frías de las Canarias.
Hasta entonces, esa extensión reunía gran variedad de fauna marina que abría
las puertas a la economía pesquera de La Restinga además de servir como
escenario marítimo para documentales y fotografía.
Magnitud y riesgos del volcán
El volcán recién nacido llegó a expulsar más de 320 millones de metros
cúbicos de material volcánico, una extensión
que equivale a 120.000 piscinas olímpicas que debajo del agua
visualizaban ese color azul turquesa que bañaba el sur de la isla. El cráter
generó cuatro orificios sumergidos cuyo vértice más alto alcanzó los 89 metros
de profundidad, una distancia justa que impidió consecuencias mayores, ya que
si la tierra nueva hubiese alcanzado la superficie se habrían producido grandes
explosiones.
Los científicos del IEO afirman en la revista Geology los resultados
positivos de este acontecimiento natural como es la oportunidad única para
conocer cifras exactas para la formación de la isla de El Hierro: “Se necesitan
unas nueve mil erupciones de este calibre distanciadas por un tiempo de 125 años
entre cada una de ellas para conformar la isla que conocemos”, explica Ramón
Margalef, responsable de los primeros estudios del volcán que realizó el
Instituto.
Nuevas especies
Del mismo modo, no solo se han notado cambios en la geografía, también
se ha modificado drásticamente la fauna del lugar. Gran parte de la
biodiversidad marina murió durante las primeras semanas de las erupciones, lo
que desembocó que el número de bancos de peces y especies de plancton se viera
reducido al no soportar las condiciones adversas del nuevo océano que creaba el
volcán. Una mezcla de tres factores: la disminución notable del nivel de
oxígeno en el agua, la acidificación de la misma y su incremento de
temperatura. Tan solo una de las tres alteraciones supondría consecuencias
negativas para la vida animal, y en este caso se dieron las tres.
Pese a la desaparición de estas especies, el ecosistema no murió, sino
que mutó. Otros seres unicelulares empezaron a poblar la zona deshabitada. Bacterias
que logran adaptarse a condiciones perjudiciales para la mayoría de los seres
vivos, y que precisamente están en el ciclo de transformación de los elementos
vitales que necesitamos, como el oxígeno, el nitrógeno o el carbono, cada uno
en su proporción adecuada. El científico Eugenio Fraile explica que “este
fenómeno no es más que un laboratorio natural, otra oportunidad idónea para la
ciencia al conocer cómo será el mar dentro de dos mil o tres mil años con la evolución
del cambio climático”.
No obstante, y solo con echar mano al pasado biológico de la evolución,
los seres vivos pequeños dan paso a otros más grandes. Esto significa que la
isla acaba de originar una pequeña porción de tierra submarina, y no ha
destruido nada, sino que ha abierto las puertas a nuevas especies y a darnos
cuenta de que nadie puede culpar la mano de la naturaleza, el ciclo de la vida
en la Tierra.
Los investigadores llevan menos de un año surcando los nuevos fondos
marinos. No descartan posibles erupciones, puesto que los sismos persisten en
la isla aunque sean de una categoría menor, que no alcanzan el 2,0 en la escala
de magnitud de momentos, y más teniendo en cuenta que un volcán estará activo
hasta después de 10.000 años desde su última erupción. Para algunos un volcán significa
correr el mayor riesgo del mundo y el temor a perder su casa. Para otros,
implica dar vida a su carrera profesional viendo cómo la naturaleza genera
nuevo mundo al azar.